domingo, 23 de noviembre de 2008

Boneco

Boneco de Lolo

Algunos animales han merecido a lo largo de la historia ocupar un sitial preponderante en el corazón de los hinchas, quizá (seguro) más que algunos jugadores. Existen algunos antecedentes de mascotas que han acompañado a los equipos de fútbol ya por los lejanos años del amateurismo, tal es el caso de “Can” el perrito del Club Atlético San Isidro, al cual le faltaba una patita pero indefectiblemente acompañaba en todas las fotos a los miembros del club que por aquel entonces practicaba fútbol. Otro caso es el de “Napoleón” el perro de Atlanta que en los entretiempos hacía maravillas con la pelota. Murió en un accidente callejero y su cuerpo, al igual que el de “Can” fue embalsamado y guardado en la sede de su club. Cuenta la leyenda que Juan Carlos Musladín Alumá era un indigente brasileño (croto al decir de aquella época) que subsistía a principios de la década de 1970 de la limosna y pernoctaba bajo los arcos del viaducto del ferrocarril Mitre en el bosque de Palermo. Sus problemas circulatorios lo llevaron a desarrollar úlceras en sus piernas, las cuales invariablemente se infectaban debido a las pésimas condiciones de higiene existentes. Su enfermedad se agravó y la herida se encontraba al borde de la gangrena. Casi abandonado a su suerte “Lolo”, tal el apodo que le daban los otros linyeras de la zona, perdía las esperanzas. Uno de los perros callejeros que andaban por allí se le arrimó y compartió el rancho durante unas noches. La simbiosis entre perro y humano se fortaleció y el perro raza callejero fue adoptado por el croto brasileño quien lo bautizó “Muñeco”, pero en su idioma natal, o sea “Boneco”. De manera inesperada, siguiendo algún instinto extraño, el perro comenzó a lamer las úlceras infectas de su nuevo amo. La tarea sistemática efectuada por el animal dio sus frutos y su lengua rasposa desbridó todo el tejido necrosado mejorando a tal punto que en poco tiempo las úlceras estuvieron cerradas. Lolo recuperó su movilidad y junto a Boneco comenzaron una nueva vida. El perro mostraba una innata habilidad para realizar suertes y piruetas bajo el mando de su amigo. Fue así que comenzaron a repetir esa rutina en lugares concurridos, en semáforos y en todo lugar que le reportara alguna moneda para la comida diaria. Pero su éxito fue tal que pronto estuvieron animando fiestas infantiles lo que le permitió a su amo salir de las calles y acceder a una vivienda digna. La relación con Independiente nace a través de las simpatías de Lolo por los rojos de Avellaneda y en ocasión de un entrenamiento realizado en los bosques de Palermo allá por el mes de febrero de 1974 y presenciado por la pareja, varios jugadores se arrimaron a ver las piruetas y aullidos que el perro ejecutaba cada vez que los jugadores pasaban cerca. El perro y su dueño posaron junto al plantel por primera vez juntos en ese entrenamiento. Fueron invitados a conocer el estadio y a los pocos días así lo hicieron, justo ese día había sesión fotográfica del plantel junto a las copas recientemente obtenidas y Boneco no faltó en ellas. Lolo no desperdició la oportunidad y lo ofreció como mascota de los rojos, lo cual fue aceptado, pero supeditado a que los éxitos lo acompañasen, si no sería indefectiblemente tildado de mufa y despedido. Así fue como, previa acreditación por parte de la AFA, Boneco de Lolo se convirtió en la mascota oficial de Independiente. Salió a la cancha junto al Chivo Pavoni por primera vez oficialmente con su acreditación en el partido ante Racing Club el 24 de marzo de 1974 en el cual derrotaron con baile infernal a la Academia por 4 a 1, mejor no podía haber sido el debut oficial de Boneco. Al principio portaba un banderín del Rojo en su boca. Más adelante llevó también el del rival de turno de Independiente y a partir de 1975, le agregó uno alusivo a la organización del Mundial de 1978 por parte de la Argentina. Lolo lo llevaba antes del inicio del partido delante de cada sector donde retribuía los aplausos levantando su pata. En su mantilla llevaba adosados varios escudos como el del Automóvil Club Argentino, Policía Federal, sección Perros y por supuesto el escudo de Independiente. Boneco no solo fue famoso en los campos de juego, sino también fue estrella de televisión: en la comedia que salía por Canal 13, Gorosito y Señora, protagonizada por Santiago Bal, Susana Brunetti, Eduardo Muñoz y Mabel Manzotti, Boneco (Bonecu, al decir de la Brunetti) se robaba la actuación. Nos rememora nuestro amigo Daniel Martínez, testigo presencial, que durante la disputa de la 6ª fecha del Metropolitano 1975 en un partido en cancha de Vélez Sarsfield, ganando el local por uno a cero y con los rojos en constante asedio, los auxiliares velezanos metieron un perro en el campo de juego para enfriar el partido. Nadie atinaba a sacarlo de la cancha, ni los árbitros, ni los jugadores locales ni los visitantes debido a su fiereza. Prestamente un auxiliar del banco de Independiente se dirigió al vestuario y regresó con Boneco quien raudamente enfiló hacia el perro intruso y ante la atónita mirada de la concurrencia, autoridades y jugadores sacó al perro tranquilamente al trote y moviendo la cola. Se reanudó el partido, Independiente dio vuelta el resultado y se retiró triunfador. Boneco prosiguió ingresando con el equipo hasta por lo menos el año 1978. El final de ambos fue muy triste pero reflejó una muestra de fidelidad muy emotiva, el canino no pudo superar la muerte de su amo y poco tiempo después falleció. Boneco tuvo un precursor allá por la década del ’40 llamado "Upa", era el perro del canchero, el recordado José Baena y se dedicaba a correr a los rapaces que se colaban en el campo de juego. Tenía la virtud de jamás haber mordido a ningún colado, simplemente los arreaba hasta el alambrado y los obligaba a salir. Upa fue solicitado por el Club San Lorenzo quien tasó su pase en 200 pesos de la época. Independiente rechazó el ofrecimiento declarándolo intransferible. Cierta vez corrió a un árbitro que estaba bombeando alevosamente a Independiente. Hoy en día vemos otros perros en la cancha pero no tan simpáticos y leales como éstos. Free Image Hosting at www.picturetrail.com Free Image Hosting at www.picturetrail.com

viernes, 7 de noviembre de 2008

Esculturas de perros en las ciudades

Chonino

Desde 1991, por iniciativa de la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, la calle que une la Avenida Casares con la calle Salguero, en la Capital Federal, se denomina Pasaje Chonino.

Chonino Ingresó a la Policía Federal Argentina el 15 de diciembre de 1977 tras demostrar las aptitudes físicas y psíquicas necesarias para ser perro de Policía. Fue adiestrado como perro de seguridad y clasificado, por su voluntad, espíritu de lucha y potencia, como perro de presa, lo que significa que sólo podía entrar en acción cuando había peligro de vida, tanto para sus conductores como para terceros inocentes.

El 2 de Junio de 1983 se asignó a los suboficiales Luis Sibert y Jorge Iani, un patrullaje, correspondiente a la jurisdicción de la Comisaría 45°, en la Capital Federal, guiando el primero al querido Chonino. Alrededor de las 20 horas ante la oscuridad reinante y frente a una copiosa lluvia los funcionarios policiales patrullaban por la calle Lastra. De pronto, observan que dos hombres manoseaban en forma sospechosa las puertas de los autos allí estacionados. Los sospechosos repelen a tiros el pedido de identificación.

Chonino por instinto propio y sin perder el tiempo, al ver agredido a su guía, se lanza al ataque, mientras el tiroteo entre policías y ladrones continuaba. Todo se transforma en una triste sinfonía de disparos, ladridos, fogonazos, lluvia y sangre. El suboficial Iani recibe graves impactos de bala.

El delincuente restante termina con la vida de Chonino de un disparo en el corazón. Ambos asaltantes escapan heridos, pero Chonino muere tras arrastrarse junto a su guía.

En su boca llevaba un trozo de bolsillo que contenía los documentos de los asaltantes. Esto permitió una pronta identificación, que culminó con la detención de los delincuentes que hoy están cumpliendo una condena de reclusión perpetua y jamás podrán olvidarse de este perro que intentó detenerlos.

Desde el año 1996, por pedido de la periodista y escritora Cora Cané y con el apoyo de sus lectores se celebra todos los 2 de Junio, el Día Nacional del perro.

viernes, 3 de octubre de 2008

KDA

domingo, 31 de agosto de 2008

Fosforos

viernes, 22 de agosto de 2008

Perros en el arte

ARTURO MICHELENA
Nace en Valencia (Edo. Carabobo) el 16.06.1863.Muere en Caracas el 29.07.1898 **** Arturo Michelena es uno de los más importantes pintores venezolanos del siglo XIX. Nació en el seno de una familia vinculada al arte, lo cual influyó de manera definitiva en su vocación por la pintura. En este sentido, su padre el pintor Juan Antonio Michelena, fue su principal preceptor durante su infancia. Asimismo, su madre Socorro Castillo, era hija de Pedro Castillo retratista y autor de los murales de la casa de José Antonio Páez en Valencia. En 1874, Arturo Michelena hizo una serie de dibujos que ilustraron la edición neoyorkina de Costumbres venezolanas, libro de Francisco de Sales Pérez, quien lo presenta en el círculo de amigos de Antonio Guzmán Blanco con la intención de gestionarle una pensión de estudios. Entre 1879 y 1882, Michelena y su padre abren una Academia de Arte en Valencia, en la cual realizan retratos por encargo. Durante este tiempo, el joven Arturo Michelena pinta murales, copia cuadros antiguos, elabora retratos infantiles; lo cual será una excelente base de entrenamiento que lo capacita para participar con éxito en el Salón del Centenario, que se celebraba en Caracas, y al que envía su primer lienzo importante La entrega de la bandera al batallón sin nombre (1883), que le hace merecedor del Segundo Premio. En 1885, Arturo Michelena parte a París en compañía de Martín Tovar y Tovar, para inscribirse en la Academia Julian, donde ya figuraban Emilio Boggio y Cristóbal Rojas. En este instituto recibió las enseñanzas del afamado decorador Jean Paul Laurens. Gracias a las recomendaciones de Laurens, Arturo Michelena envía al salón de 1887 un lienzo impactante El niño enfermo, con el que gana la Medalla de Segunda Clase y el reconocimiento Hors concours, máxima distinción que el salón le otorgaba a un artista extranjero. Entre 1885 y 1889, su obra se caracteriza por la adopción del realismo oficial y por el ambicioso propósito de la ambientación documental y arquitectónica de los asuntos narrados, ya fueran escenas de género o episodios históricos. En este período pinta sucesivamente: Una visita electoral (1886), La caridad (1887), La joven madre y Carlota Corday (1889), obteniendo con este último cuadro la Medalla de Oro en la Exposición Universal de París (1889). En 1889 regresa a Venezuela donde fue recibido con júbilo. Luego de una temporada de éxito social en Caracas, contrae nupcias con Lastenia Tello Mendoza y retorna a París para iniciar un nuevo período en su carrera. Durante este lapso, adquiere una mayor destreza como dibujante y resolución en el uso del color y en la captación del movimiento natural; aparecen ciertas notas impresionistas y cierta inclinación religiosa. Obras importantes de este período son: La vara rota (1892) y Pentesilea (1891). Arturo Michelena regresa a Venezuela luego de haber contraído tuberculosis en París. Por este tiempo se convierte en un retratista de moda y pintor oficial. Pero su salud, cada vez más resentida, apenas le permite dedicarle tiempo a obras ambiciosas como Miranda en la Carraca (1896), Berruecos (1895), el Descendimiento (1897) y La última cena (1898), quedando inconclusas algunas de éstas. Los restos de Arturo Michelena fueron sepultados en el Panteón Nacional el 29 de julio de 1948.

martes, 29 de julio de 2008

el perro

en las artes
sus diferentes simbologias
segun las epocas
en la historia
en las ciencias
entender su sentir, su vision, su idioma

viernes, 20 de junio de 2008

miércoles, 14 de mayo de 2008

Mi vocación