Un día de 1912, el pintor alemán, Franz Marc, su esposa y el perro salieron a dar un paseo por el pueblo de los Alpes babaros, Sindelsdorf. Se pararon a descansar y admirar la vista de un pintoresco lugar. Marc se dio cuenta de la intensa concentración con la que su perro Russi, miraba fijamente el paisaje. Se volvió a su esposa y dijo, “me gustaría saber de una vez lo que se le pasa por la cabeza al perro cuando se sienta ahí y contempla el paisaje” De vuelta a su estudio pintó “El Perro enfrente del Mundo”, una pintura que captura, quizá mejor que ningún otro trabajo de arte, el papel del perro como enlace entre el hombre y la naturaleza.
Otro alemán, Arthur Schopenhauer, escribió que, “el perro coloca al hombre en la misma relación que una copa de cristal a una de lata y esto ayuda mucho a que el perro gane nuestra simpatía, por proporcionarnos el gran placer de ver todas aquellas inclinaciones y emociones que nosotros tan a menudo ocultamos, mostradas de forma simple y abierta”. “Su comportamiento, continua Schopenhauer, se caracteriza por un sello de inocencia en contraste con la conducta del hombre que se ha apartado de la inocencia de la naturaleza con la entrada de la razón…” Para Schopenhauer y otros, el perro es el recuerdo de un inocente, idílico, pasado.
Perros y hombres han evolucionado juntos y quizá solo el perro ha permanecido incólume a esta evolución. A pesar de todos los lujosos collares, a veces, absurdamente mimado, estrafalarios estilos de peluquería, y, a menudo, la ridícula crianza a la que ha sido sometido, el perro ha permanecido cerca de la naturaleza. Esta cercanía es un constante y útil recordatorio para los humanos de que la civilización, quizás, no es todo.
Podemos admirar la utilidad del caballo, la belleza del gato o la inteligencia de la marsopa, pero es al perro que nosotros amamos: nuestro mas viejo y mejor amigo. Nuestro pariente mas cercano, el orangután, que es, de hecho casi nuestro igual física e intelectualmente, se le dignifica como siendo “casi humano”. Nuestro primo lejano, el perro, ha sido proclamado un humano honorario sin preguntar. Ningún otro animal se ha adueñado de esa forma del corazón de toda la familia.
Durante los miles de años en los que el hombre y el perro han sido socios, todo excepto la intensidad de nuestra amistad ha cambiado. Hubo una vez un tiempo cuando el hombre tenía una vida errante de cazador y recolector de frutas y raíces. Pero en el mundo post industrial el hombre es una criatura del asfalto que compra lo que necesita en vez de cazarlo. Sin embargo, nuestro viejo amigo cazador todavía permanece con nosotros. Algunas personas dirían que los perros no tienen vigencia en el mundo actual. Que ellos pueden ser peligrosos, sucios, inconvenientes y un intolerable lujo sin sentido para la vida en un planeta cada vez mas abarrotado y bastante enfermo como la tierra. Las autoridades municipales en Beijing prohibieron la propiedad privada de perros por razones como esta. Como respuesta inmediata se abrió un zoo en donde los residentes de la ciudad podían mirar varias razas detrás de barrotes y, pagando una pequeña cantidad, sacar los perros a dar un paseo terapéutico en un área cerrada. Habiendo inventado a nuestro mejor amigo parece muy improbable que lo vayamos a hacer desaparecer. Pero queda la posibilidad de que lo podemos cambiar.
La razón dictaría, por ejemplo, que la gente que vive en el centro de las ciudades demandara perros poco ladradores y pequeños, pero yo creo que la posibilidad de esto es pequeña y que la ceguera de amor nos hace comportarnos de otra forma. A menudo veo a una mujer paseando dos enormes Borzois, de forma inconveniente, por mi calle abajo en el centro de Londres. Sin embargo, nosotros podemos ver y terminar con la obsesiva crianza que implica que demasiados perros sean condenados a vivir con problemas médicos para satisfacer los arbitrarios requerimientos de algunos estándares. James Serpel, estudioso inglés del comportamiento animal, ha especulado que en el futuro criaremos perros mas por su comportamiento que por su aspecto. Pase lo que pase, muchos de nosotros todavía querremos compartir nuestras vidas con ellos: quizá todo se reduce al hecho de que sin perros el mundo sería un solitario lugar para el hombre.
Nosotros usamos los perros como reflejo de nuestras pasiones, miedos y caprichos. Les miramos y nos vemos a nosotros mismos. Amigables y agradables bestias, ellos son felices de ser nuestro espejo. También vemos alguna cosa que no entendemos cuando miramos a un perro. Jack London escribió, “ A veces, cuando le miraba a los ojos era como contemplar el alma humana; y lo que yo vi allí me asustó y nacieron toda clase de ideas en mi mente de reencarnación y demás. Creo que sentí algo grande en estos ojos de bruto; había un mensaje allí, pero yo no era suficiente grande para captarlo… No se lo que era, pero tuve un sentimiento de parentesco, no fue en sentido sentimental sino una sensación de igualdad”.
Extraído y traducido de: "The Dog´s Tale. A History of Man´s Best Friend". Loyd Grossman. BBC Books. UK, 1993